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“Nadie necesita una AR15 para defenderse”: Emma González
Una matanza tras otra, Estados Unidos –o al menos la mitad de la población que reclama más control de las armas– espera que al fin uno de esos baños de sangre sirva de catalizador para el cambio.
Hoy esa ilusión, que hasta ahora siempre se ha apagado unos días después del terror, se alimenta de la vigorosa reacción de los estudiantes del instituto de Parkland, donde el miércoles pasado, día de San Valentín, fueron asesinados 14 adolescentes y tres adultos por un exalumno armado con un fusil de asalto. En medio del dolor de los funerales, estudiantes supervivientes y sus padres se han organizado con el propósito de no dejar pasar la oportunidad de presionar a la clase política para embridar el potro salvaje del mercado de las armas. Han convocado una manifestación el 24 de marzo en Washington con el lema Marcha por nuestras vidas a la que quieren que se sumen jóvenes de todo el país. En las redes sociales se multiplican los mensajes con los hashtag #NeverAgain [Nunca más] o #MeNext [¿Yo soy el próximo?] y preguntas que apuntan a los enredos más absurdos del alma de EE UU: ¿Cómo puede ser que un joven de 19 años pueda comprar un fusil y no una cerveza?
El movimiento ya tiene un rostro, el de Emma González, una estudiante de 18 años del instituto Stoneman Douglas, lugar de la masacre, que el sábado capturó la atención de EE UU con un emotivo discurso que se viralizó y en el que llamó a convertir Parkland en un punto y aparte de la sangría de las armas. "Vamos a ser los chicos sobre los que leáis en los libros de texto", dijo, "porque el nuestro va a ser el último tiroteo en masa".
El impulso de los estudiantes de Parkland se medirá con la mecánica inercia con la que Estados Unidos pasa página tras los acontecimientos más salvajes, como las matanzas de la primaria Sandy Hook (2012, 20 niños y seis adultos muertos) o la reciente en el concierto de Las Vegas (octubre de 2017, 58 muertos, cifra récord). La comunidad de Parkland apuesta por tratar de cambiar el guión y sostener la llama de la indignación. "Yo creo en este movimiento", decía este lunes a EL PAÍS por teléfono Daniel Journey, 17 años, superviviente del tiroteo. "Si hay una comunidad a la que no quieres tener en contra es la nuestra, llena de abogados y contactos políticos. El mundo entero nos está mirando y el Gobierno está contra la pared. Han muerto 17 personas porque un chico loco se pudo comprar un fusil AR-15. Esto es terrorífico. Nadie necesita un AR-15 para defenderse. Basta con una pistola y un spray de pimienta, ¿no es cierto?".
"Es urgente cambiar las reglas de acceso a las armas", comentó otra estudiante del instituto, Carly Gehris, de 18 años. "No podemos seguir atados a la Segunda Enmienda constitucional [que garantiza el derecho a protegerse con armas]. Ya no tiene el sentido que tuvo cuando se escribió hace más de dos siglos. Ni las armas son las que eran entonces ni tampoco la necesidad de usarlas". Los jóvenes ponen el foco en la necesidad de restringir el acceso a las armas más potentes.
"No pedimos que se le quiten las armas a la gente, lo que pedimos es que se garantice seguridad en torno a las armas", dijo Emma González.
Mas información : El País